Estamos girando a 465 metros por segundo junto a la rotación de nuestro planeta, el mismo que se desplaza en el espacio a una velocidad de 106.000 km por hora ó 30 km por segundo al rededor del Sol, cuyo sistema describe un movimiento orbital alrededor del centro de la galaxia de 217.215 kilómetros por segundo, la cual gira alrededor del agujero negro central a una velocidad de unos 960.000 kilómetros por hora.
Estamos moviéndonos, constante e ininterrumpidamente. La quietud es una falacia. Transitamos sin parar el espacio, y también el tiempo. No nos detenemos, al menos no mientras existimos.
Y sin embargo, esos momentos donde la existencia se clarifica, esas situaciones en las que uno se siente realmente vivo, son las que rompen con las verdades científicas.
Llega un punto en el que nos creemos capaces de desafiar las leyes de la naturaleza, en el que nos sentimos artífices de una experiencia sobrenatural.
¿Alguna vez sentiste que el tiempo se detiene, que el mundo desaparece, que el espacio se reduce, que un instante es dueño de la eternidad?
¿Alguna vez sentiste que tiempo y espacio simplemente desaparecen?
¿Alguna vez sentiste que no importa nada más?
Que hay algo que trasciende toda explicación o certeza racional,
que hay algo que trasciende todo lo demás.
Ésa es tu verdad.
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